Hace algunos días se anunció la venta de Motorola Mobility a la china Lenovo por parte de Google y desde ese momento no se han dejado esperar los comentarios de sorpresa y decepción de parte de los consumidores. Incluso se califica la venta como un movimiento inesperado, pero ¿realmente lo fue?
Desde un inicio Google había anunciado la compra de Motorola como una forma de reforzar a Android con las patentes de esta última. Un movimiento inteligente si se considera que de no hacerlo hecho, algún fabricante la hubiera comprado y utilizado dichas patentes en sus dispositivos, creando hasta cierto punto dispositivos Android de diferentes categorías, fragmentando más un mercado que ya sufre de estos problemas.
Además, Google también había anunciado su intención de demostrar el potencial de la plataforma para ofrecer más a los consumidores de todas las gamas. Esto es, probar que no es necesario tener el mejor y más reciente smartphone de gama alta para disfrutar la experiencia completa de Android, algo ventajoso para Google como dueño del ecosistema, aunque no tanto para los fabricantes, pues si no pueden convencer al cliente de gastar más para obtener más, poco a poco los dispositivos serían menos importantes.
En este sentido el Moto G es el ejemplo perfecto. Bajo costo, actualización rápida y asegurada de un sistema casi puro y prestaciones de hardware más que suficientes para disfrutar el verdadero poder de un smartphone. El mensaje a los fabricantes fue claro: pueden ofrecer más por menos siempre que se integren con la versión genérica de Android. Lo que no dijo es por cuanto tiempo lo haría. De haber continuado a competir con sus aliados fabricantes, los habría empujado a dejar Android por un sistema con el que la competencia fuera justa, como de hecho Samsung busca hacer al lanzar teléfonos con Tizen.
Así que al final, vender es la mejor salida que puede tener Google para Motorola. Protege a Android como sistema compartido por varios fabricantes y elimina una razón de discordia y resentimiento, no sin antes dar un ejemplo de lo que se puede lograr ofrecer a los consumidores sin querer ser demasiado diferente. Además, los propios resultados financieros de Google comprueban que la adquisición no pretendía ser ni rentable ni de largo plazo y que al conservar las patentes y ceder al fabricante el futuro no puede ser sino optimista para la empresa de la gran G.
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